Horizontes marchitos (3)


El silencio era algo que siempre le fue incómodo. Aquella mañana al despertar sintió que además de incomodarlo lo atenazaba entre las sábanas. No ofreció resistencia, cerró de nuevo los ojos y pudo ver como sus manos dibujaban una flor y la depositaba sobre su tumba, aún vacía pero impaciente.

Horizontes marchitos (2)


Quiso ahogarse en el olvido, entregó su boca a brebajes, se desnudó en silencio. Deambuló por el pasado queriendo eliminar el futuro. Ayer en el lecho, que pudo ser de muerte, ebrio de tristeza derramó remordimientos y por fin encontró la puerta del abismo. Supo que su castigo era vivir. Hoy sigue lanzando la moneda al aire, busca una respuesta que le sea más benevolente