Lucha de clases y malversación de fondos semánticos


“Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas”.
Juan Ramón Jiménez


Utilizo a Juan Ramón Jiménez como excusa para entablar un diálogo acerca del valor de las palabras, su uso y la propiedad de las ideas.
En un juego que se podría encuadrar en la dialéctica o a caso en la más genuina tertulia de cafetín de barrio entablamos una conversación, mi amigo Losada y “Yo” en las páginas de este blog.
Él con un cuidado lenguaje expresa sus ideas, su forma de ver una realidad inmediata, meticuloso en las formas y (para mí) conservador y reproductor en las ideas. Yo con un lenguaje pobre en el léxico, irregular en lo morfológico y paupérrimo en lo sintáctico expreso mis ideas, mi forma de ver la realidad inmediata, descuidado en las formas y (para mí) rupturista y revolucionario en las ideas. Visiones no compartidas y formas discrepantes en cuanto a la utilización de la lengua de Cervantes.
Un divertimento, un diálogo entre iguales que se me antoja necesariamente útil en tanto que supone intercambio argumental y reflejo de realidades separadas dentro de una misma realidad. El valor de lo que se dice va más allá de la pureza morfosintáctica y de la oficialidad semántica hasta acercarse a la lucha dialéctica de quienes valoramos el cambio porque aborrecemos lo establecido y quienes valoran las reformas porque aceptan lo establecido.
Son algo más que palabras, y lo demuestra el hecho de que una contundente respuesta a un análisis de las palabras de laboratorio usadas por los partidos del establishment, afanados en la obtención de  mayores cuotas de poder mediante un proceso electoral a medida, han provocado que conocidos, allegados y hasta lo que solemos llamar seres queridos (que no son otros que aquellos con los que compartimos emociones) me hallan hecho llegar por diferentes medios su malestar por las palabras de mi última entrada. He conseguido gracias a ello granjearme alguna enemistad -¿Eran amistades anteriormente?- y sobretodo he podido hacer una pequeña colección de adjetivos y locuciones varias que no tienen desperdicio, entre todas conservo en mi pequeño cuaderno; soez, bajo, grosero, indigno, vil, basto, ordinario, vulgar... Vulgar -¡ah, de lo vulgar carece el poderoso porque su arte es cultivarlo a buen precio! - me empeño en quedarme con esta palabra que en su 2º acepción (Del lat. vulgāre) la RAE le da el valor semántico de dar a conocer al público algo. 
Mi intención es clara: pretendo dar a conocer lo que pienso. En la entrada ajusticiada únicamente he pretendido decir lo que he dicho y me he valido de la lengua de Shakespeare por pura estética y sin temor a la ética basada en recursos axiomáticos que son propios de la clase dominante. Una entrada que es una “pintada”con dos palabras -fuck off- acompañada por el retrato de cuatro representantes (son todos los que están pero no están todos los que son porque no tenía fotos disponibles) del capital, la iglesia, la monarquía y por supuesto de las buenas formas de ELLOS.
Ignoro si lo que ha molestado es el texto o el hecho de que mucho de ELLOS sean monolingües, por si ésta fuera la razón adjunto la aclaración pertinente en el siguiente cuadro.



fuck off
interj
slang, vulgar (go away)México, vulgar
a la chingada de aquí interj
We don't want your type here, now fuck off!
En este bar no soportamos a los borrachos buscapleitos, así que ¡a la chingada de aquí!

Argentina, vulgar, coloquial
(irse) a la mierda interj
No me servís para nada, ¡andate a la mierda!

Chile, vulgar
andarse a la chucha interj
Sabes que...ándate a la chucha!

Chile, vulgar
ándate a la cresta/a la conchetumadre interj

Argentina, fam
¡rajá! interj

España, vulgar
a tomar por culo
¡A tomar por culo! aquí no queremos gentuza.

Ahora en la lengua compartida por pueblos de un lado y otro del atlántico elijo la variante méxicana, más sonora y cercana para de nuevo decirles: ...a la chingada de aquí.

Mucho me temo que lo que realmente haya molestado es la explicación que doy en el pie de página. 
PORQUE NO CREO EN EL CAPITALISMO NI TANTITO ASÍ. 
Y nadie se atrevió a decirlo, únicamente uno de ELLOS cuando quise explicar el valor de mis palabras se atrevió a llamarme sectario. Pues eso , llámenme sectario porque el valor de las palabras a fin de cuentas viene dado por el valor de las ideas, por la cognición que años de catequesis y alineación han proporcionado a un modelo de sociedad que condena a los más débiles por mera malversación de fondos semánticos pretendiendo ocultar algo tan viejo como el ser humano, la lucha de clases.