Podríamos no decir nada y hacer.


Cada mañana nos despertamos con un, nuevo frente, una nueva causa, algo más por que "indignarnos". Cada mañana una nueva sacudida hacia el abismo. 


El sistema se encarga de deconstruir la realidad y de brindarnos los cascotes de la barbarie en monodosis.





Un día la ocupación militar de la Muda, al otro la enésima piedra del Puerto de Granadilla, por la tarde el petróleo de la bañera atlántica, las pensiones, los recortes en sanidad y educación, la reforma laboral, las represiones de los manifestante allí donde haya protesta, un joven muerto por una pelota de goma, la congelación salarial en Carrefour o la ampliación de jornada en el Corte Inglés, la desatención de los dependientes, el hambre en el cuerno de África, el satélite norcoreano, las primaveras árabes, judías y cristianas, las acampadas teledirigidas al son del bongo, el aumento del desempleo y caída del consumo, el auxilio público a la banca, las pensiones vitalicias para los gerentes del capitalismo...

Tomemos aire, es la subordinada sustantiva la que no nos da tiempo a pensar. Nos marcan la agenda sin darnos tiempo a la reacción, nos agotan hasta aniquilarnos.

En la fase imperialista del capitalismo en la que nos encontramos -y sobran análisis y exposiciones- la palabra, la capacidad de comunicar se ha vuelto un arma de difícil gestión. La propaganda del capitalismo cuenta con todos los canales posibles, con los medios económicos y técnicos, con la expresión de motivos y sentimientos de intelectuales y artistas, de comunicadores y tele predicadores. Cuenta con la inestimable colaboración de las Cyber-redes-sociales que amplifican y deforman realidades. Ante tal escenario la clase trabajadora es acribillada a diario a sobreinformación casi siempre interesada y siempre manipulada. Nada nuevo contamos. No es momento de contar, de decir, de denunciar, es el momento de actuar.
Es hora de estructurar el discurso, de resumirlo, de tomar conciencia. Es hora de afrontar la realidad y entender que sólo existe una lucha, la lucha de clases. Es hora de convencernos de que sólo hay un frente, un enemigo, el capitalismo.

Podríamos evitar toda la retórica del mundo y decir algo, podríamos decir mucho sin retórica. Podríamos especular con las palabras y los conceptos, evitar los clichés y cargar el discurso de eufemismos. Seguir las normas del metalenguaje burgués aceptadas de buen grado, todo sea dicho, por reformistas y oportunistas.

Es hora de hacer.
Es la hora del Frente Obrero y Popular. 
Es la hora de avanzar hacia el poder popular.

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